Romance primero

A primera vista fuiste fría, no pude entenderte, No entendí tu silencio y me torturó el suspenso. Al apoyarte en mi pecho solo un aire de rechazo sentí de tu parte. No me dejaste tocarte. No me dejaste acercarme. Tuve que pasar días y noches anhelando: Tu presencia, el sonido de tu voz, Palabras aunque sea monosilábicas. Tuve que admirarte a lo lejos, desde abajo, Desde la penumbra, ésa que te acobijaba. Tuve que soportar mis celos de que le regales tu voz al viento, Y a mí me ignores y me rechaces. Pero, poco a poco me abriste una puerta, Me diste la oportunidad de, cómo hiciste conmigo desde un principio, enamorarte. Cuando por fin llegó ese día, me preparé de una forma exagerada, esperando tu llegada. Troné mis dedos y, al verte, sin dudarlo, te senté sobre mi regazo. Me permitiste por primera vez tocarte, acariciarte… Lo que no puedo ni podré olvidar nunca de ese momento es que, Ése día, finalmente, decidiste hablarme.

Platónico

Esas ansias de verte, ese rubor de encontrarte, esas ganas de mirarte y ese no se qué de verte. Esa mirada sin vergüenza de ser atrapada por mis ojos. Este suspenso en mi garganta y ese tambor en trance dentro de mi pecho. Esas caricias que imagino, y ese sabor amargo que me llevo. Esa expectativa errante y ese sinsabor ardiente pero adictivo y salvaje. Quiero acercarme pero no perder todo esto, quiero alejarte de mi mente pero no puedo. Prefiero la cercanía de tenerte lejos, prefiero ese sinsabor que me queda dentro. Prefiero, sí, verte y admirarte sin miedo Prefiero navegar por mi realidad inventada y sincerarme por este medio.