¿Quién quiere jugar conmigo?

...y entre vueltas del destino, torceduras del camino, laberintos, senderos, arroyos ríos y mares, nos iremos desenvolviendo. No hemos de atarnos a absolutamente nada, solo nos tomaremos del piolín cuando el viento nos invite a levantar barriletes. La vida es corta, la amistad un gran tesoro, la familia tu templo, tus experiencias tu historia. Aprovechemos a jugar mientras el corazón albergue a nuestro niño, aprovechemos y cuidemos a la pacha antes de que otros siquiera intenten arrancárnosla. No dejemos que nuestros tesoros, nuestros templos e historia sean corrompidos. Juguemos e invitemos a jugar a quien se nos cruce por el camino. Juguemos, somos niños! Las sonrisas son más efectivas y más baratas que un mal ceño.

Como la canción que te guste más

Díganme quién no ha escuchado alguna vez esa canción que dice… “quisiera ser como la canción que te guste más, y estar en ti…” Muchas veces nos planteamos cosas así. Muchas veces lo único que buscamos es que alguien nos tenga en sus cabezas y tararee nuestro nombre todo el día, llevándonos de un lado a otro, sin poder sacarnos de su cabeza. ¿Por qué será que nos sentimos tan bien cuando esto pasa? Simplemente porque nadie deja de ser vanidosamente necesitado de atención. Nos encanta que nos miren, que nos mimen, las caricias y el incesable histeriqueo de siempre. Nos encanta histeriquear y ser histeriqueados, pero solo con y por las personas que realmente nos interesan. ¿Qué será que cada vez que alguien escribe una canción de amor, se la escribe a la persona que no lo registra? Una persona que ama a alguien toda su vida, es raro que retribuya su éxito a los lindos momentos sin sexo y sensualidad de por medio a la persona que tiene al lado en forma de canción, solo lo hace con esos momentos en los que se sintió lastimado por la lejanía de su ser amado. ¿Por qué necesitamos sufrir para darnos cuenta que es lindo amar? Porque no estamos preparados para hacerlo, y la sociedad tiene como única explicación del amor y respeto hacia a alguien: el sufrimiento. ¡Ojo! ¡No somos mártires amigos!, tampoco flagelantes, simplemente somos humanos, monos evolucionados que nos queremos diferenciar del resto y terminamos siendo iguales. Empecemos a querer no ser la canción que le guste más al otro, empecemos por querer ser nuestra canción preferida, y les aseguro que poco a poco, si así debe ser, nos convertiremos en la canción preferida del resto. Muchas veces mirarse el ombligo esta mal visto, pero en el plano de la autoestima, yo creo que es el mejor permitido que podemos darnos.