Miré de reojo en un principio.

Corrí, y en un instante me sorprendió de frente.

Había llegado. Lo iba a esperar.


Volver a verlo fue un dejabú de ese tierno ayer.

Tan simple como siempre había sido,
con ese brillo tan propio y esa postura tan fiel y correcta.

Miré detalladamente sus movimientos,
y rompí mi corazón sin necesidad de hacerlo.

Volví a correr,
y corrí lo más rápido que mi cuerpo y mente me permitían hacerlo.

Retomé mi camino, mirando por el rabillo del ojo si él seguía ahí,
y para mi gran sorpresa estaba...

Supe entonces que, por mas distancia y tiempo entre nosotros,
con solo mirar de reojo, iba a poder encontrarlo...
porque siempre iba a estar a mi lado.

SI




¿Saldré? ¿Llegarás?
¿Qué voy a hacer?
¿Qué es lo que harás?

¿Llegaré? ¿Saldrás?
¿Qué vas a hacer?
¿Qué es lo que haré?

Llegaste y me fui.
Me fui y te quedaste.
Te quedaste y me dormí.
Te quedaste y me fugué.
Te quedaste y lloré.

¿Qué vas a hacer?
¿Llegaras?
¿Que vas a hacer?

Me arrepentí…

¿Qué voy a hacer?
Voy a escapar
¿Me seguirás?

Me fui.
Te quedas.

¿Qué vas a hacer?
Vas a escapar.
¿Correré detrás?

Muero por encontrarnos.
Muero por odiarnos.

Vivo para encontrarte.
Vivo para amarte.

Vivo. Muero. Llego. Escapo.

Muero, te sigo y vivo.
Te sigo y huyo.
Te sigo y espero.

Así como partió llego. Con veintitantos en la espalda y esos eternos 16 que solo yo siempre seré capas de ver en su mirada. Se acomodo en el lugar de siempre, y supo como hacer para quedarse allí eternamente...